Feliz Pascua de Resurrección

Para los cristianos no hay cruz sin Resurrección, no hay muerte sin vida. Por eso la Pascua, que no es un mero hecho del pasado de Jesús de Nazaret, sino un hecho del presente de todos nosotros, resplandece en signos luminosos, aunque sean pequeños. Ellos nos hablan de un Dios vivo y salvador, e interpelan nuestra coherencia con el Evangelio al hacernos constructores de un mundo nuevo, desde la invitación a ser discípulos misioneros del Señor.

Basta elevar un poco el cirio pascual, de modo que ilumine los rincones que normalmente no apreciamos y que no suelen hacer noticia, y allí veremos a los jóvenes Jupachinos sirviendo a los más pequeños del Roble Alto, a los Cevas de villa con pequeños en riesgo social, a los adultos y jóvenes de las comunidades que regalan su tiempo para compartir una celebración, un vía crucis, una catequesis con sus hermanos del sector; son tantos hermanos, educadores de la fe, de la pastoral social, hombres y mujeres que buscan a Dios y se abren a la trascendencia en un mundo esclavo de lo material y lo inmediato; veremos a tantos padres de familia que se esfuerzan hasta el límite para que sus hijos mejoren sus posibilidades y su calidad de vida; veremos la capacidad festiva inagotable, aun de quienes a menudo tienen poco motivo para festejar; veremos el lado luminoso de la globalización, la conciencia de ser una gran familia de hermanos destinada a la fraternidad y a la paz. ¡Veremos esto y tantos otros signos de vida!

Todos ellos, presentes ya en nuestro mundo, nos llevan a creer en un Dios que envió a su Hijo a darnos vida en abundancia. Nos ayudan a celebrar la Pascua con sentido, creyendo en la fuerza de la resurrección porque somos conscientes de la fuerza de la muerte. La luz de Cristo, que alabamos en la noche de Pascua, realmente vence las tinieblas, las del 2009 y las de siempre, porque la historia está ahora iluminada por la victoria de Cristo resucitado.

“Discípulos misioneros de Jesucristo, para que nuestro pueblo en El tenga vida.
Yo soy el camino, la verdad y la vida.”


P. Esteban Monsalves a.a.
Párroco